jueves, 3 de marzo de 2011



Una semana con beduinos, en el desierto de Jordania

Había estado recorriendo la maravillosa Petra, la gran ciudad de piedra rosada y mi siguiente parada era Wadi Rum, Wadi en árabe Valle, uno de los valles desérticos y montañosos mas importantes de Jordanía.. Jordania comparte territorio desértico con Arabia Saudita. En el paradero de buses a Wadi Rum, esperaban conmigo un grupo de turistas holandeses, cuatro chicas y tres chicos, dos de ellas parecían las guías del grupo, y me preguntaron: ¿You are local people?. No, dije, I am from Perú, y se asombraron tanto que no lo podían creer. Subimos al bus y viajamos cerca de dos horas de Petra a Wadi Rum. El camino de salida de Petra es un poco serpenteante como si saliera de un valle. Todo es desierto alrededor, la tierra de color rosáceo, un poco naranja a veces.

El bus avanzaba abriéndose paso entre los extensos campos de arena. Después de haber recorrido la gran autopista en línea recta, el bus tomo un desvío a la nada, entrando a una especie de trocha, donde recorrimos cerca de 30 minutos y llegamos a un Rest House, un complejo turístico de barro y tierra en pleno desierto con todos los servicios básicos para dormir, acampar, comer, bañarse y descansar a la salida del desierto de Wadi Rum. También se pueden alquilar jeeps, camellos, caballos, y todos aquellos implementos para realizar caminatas en el desierto y hacer deportes de aventura o ecoturismo.

Mi objetivo era recorrer el desierto de Jordania y realizar un turismo vivencial con los Beduinos-Tuareg y convivir unos días con una familia de beduinos. En Amman pude conseguir información sobre algunas familias de beduinos nómades que viven en el desierto y que están dispuestos a recibir visitantes occidentales. Aunque no existe un listado oficial de familias que reciben a turistas, son muy pocos los que acceden a ello a menos que sea recomendado por algún citadino. Yo obtuve el dato de una familia de beduinos-nómades gracias a un ex – beduino que aprendió a hablar ingles para hacer guiados en Amman, así que en Wadi Rum consulte por ellos.

El desierto de Wadi Rum es la entrada al desierto Jordano y Saudi, es una zona montañosa a 1600 m.s.n.m y se realizan muchas actividades de ecoturismo y trekking. Los turistas llegan al Rest House y tienen diversos servicios de alquiler de jeeps, camellos, caballos, parapentes, etc. También se puede ver a muchos beduinos con sus túnicas blancas, turbantes y sandalias, ofreciendo guiados u otros servicios. Muchos de ellos pertenecían a las comunidades de beduinos- nómadas que viven en el desierto pero al ver la llegada de turistas algunos se separaron de sus familias y aprendieron el idioma ingles para atender a los visitantes, inclusive muchos de ellos organizan viajes de ecoturismo.

Uno de los beduinos se ofreció dejarme en una zona cercana donde podía encontrarme con mi familia, pues los jeep solo pueden ingresar hasta cierta distancia. Antes del viaje me recomendaron comprar galletas, agua, caramelos, cigarros, fósforos, o algunas cosas útiles para mí y para los miembros de la familia.

Eran las tres de la tarde y empezó mi travesía por el desierto, la superficie parecía lunar, aunque nunca no he estado en la luna, las fotos que he visto de la luna tienen un parecido con Wadi Rum. La superficie era ondeada, y a veces parecía que estaba en un tobogán con bajadas profundas, enormes rocas con formas caprichosas que tomaban la forma de animales como el elefante, el caballo, o creaban un puente entre formaciones rocosas. La arena era muy gruesa con gránulos muy grandes, casi roja, parecía granito y cuando uno caminaba se hundía un poco. El sol era impresionante, 40 grados a la sombra. Wadi en árabe significa valle y es el más largo de Jordania.

El beduino en su inglés un poco enredado me dijo que solo jeeps podían ingresar hasta cierta zona y que de allí estaba prohibido por la preservación de la naturaleza y el respeto a las comunidades que habitan en el. Así que me dejo en una zona cubierta de rocas y arena, en medio de la nada y me indico hacia donde debía caminar. Empecé mi caminata y a los 30 minutos pude ver una gran carpa de tela verde oscura, tipo militar que decía Arabia Saudita. Me acerque despacio a las enormes carpas (3) y veía alrededor algunos chivos, gallinas y patos sueltos por la arena.

Luego divisé a un señor de unos 60 años vestido con una tunica de color beige con barba y turbante del mismo color, entonces me acerque y le entregue el mensaje que había escrito en árabe mi contacto en Amman. Al poco rato salio toda la familia a saludarme. El padre de familia balbuceaba algunas palabras en árabe y el resto solo sonreían. La familia estaba compuesta por cinco mujeres y un niño: Mama de unos 65 años, 3 chicas de unos 8, 10 y 14 años , una señora de unos 60 años y un niño de unos 6 años. Todos me saludaron efusivamente y alegremente, pero se les veía un poco temerosos por mi presencia.

Yo estaba observando todo a alrededor, las niñas me tocaban la piel como si nunca hubieran visto a una mujer común y corriente. Tocaban mi ropa, mi reloj, mis zapatillas, mi pelo, todo les parecía raro y nuevo. Claro, yo era la occidental que estaba invadiendo su cultura!. Dentro de las tiendas pude ver que el piso estaba cubierto por plásticos gruesos muy lindos de colores, cubiertos por alfombras persas muy gruesas decoradas con almohadas de colores. Un poco más alejado había una tercera carpa más grande, cerrada que era el dormitorio con los mismos pisos de colores, muchas frazadas con alfombras y cojines. Las chicas me llevaban de un lado para el otro, me quitaron mi mochila, y de pronto sentí que me estaban acosando o “asaltando”, jajaja.

Yo intentaba hablarles con señas y les dije: Me, Florencia, Florencia, señalándome con mis manos intentaba que repitieran mi nombre, y después de varios intentos lo pronunciaron me sentí feliz y luego los señale pidiendo sus nombres, y después de muchas horas, me los dijeron, los cuales pude interpretar como: Ensire, Hanadi, Hamti, Musa (8) Nura (14), Ladila (22) y Auda. Yo estaba maravillada con sus vestidos de colores vivos, sus collares, sus velos con bordados, sus tatuajes en manos y cara, sus turbantes, que aunque un poco gastados por el sol y la arena eran hermosos. Todos andaban sin zapatos, no se como podían soportar la arena caliente. Musa, el niño pequeño me llevo de mano a la parte posterior de las carpas donde estaban todos los animales: chivos, un burro bebe, dos perros, y gallinas, todos muy lindos.

Luego Mama me mostró la zona de la cocina donde tenían una rejilla colocada encima de las leñas, una colección de teteras de bronce para te, maravillosas, tipo Aladino, una pequeña cocinita a gas, una malla metálica donde estaba toda su vajilla: ollas, sartén, cajas donde depositan arroz, tomate, papa, pepino, leche en polvo y un pequeño horno donde hacen el pan y sacos de harina. Todos estos productos son adquiridos por trueque con otras familias que habitan en el desierto y otras son donaciones de personas o instituciones que algunas veces ingresan al desierto a dejarles víveres. No manejan dinero. Me sentía muy contenta como parte de esta familia, me gustaba como me habían integrado a pesar de las diferencias culturales y de no hablar ni una palabra. Siempre se les veía sonrientes y siempre haciendo cosas. La Madre con una de las niñas estaba cocinando, el Padre arreglando la jaula de las gallinas, las niñas limpiando la carpa-habitación, Musa recogiendo conmigo piedras y ramas del desierto para la fogata de la noche, Hamti haciendo el te, etc. Ellos me integraron rápidamente a sus actividades diarias. Yo continuaba caminando con Musa, y lo seguía a donde iba con sus perros. Salimos del área de las carpas y nos alejamos un poco de la zona y empezamos a caminar por el desierto, el calor era insoportable, pero después de unos minutos llegamos a dos pozos de agua, que se llenan con agua de lluvia y es utilizada por los beduinos para sus quehaceres diarios.

Cada campamento tiene un pequeño tanque que ellos se encargan de llenarlo. Cuando no llueve algunos beduinos buscan agua en el subsuelo de acuerdo a la posición del sol o de la luna. Luego regresamos y ayude en la cocina a preparar una especie de arroz con pollo: ajo, cebolla, aceite de oliva, todo con utensilios muy rudimentarios pero útiles al fin, y una olla muy grande. Es increíble como nos podíamos comunicar sin dificultad entre nosotros sin hablar ni una palabra y solo con algunas señas. Una vez que se seco el arroz y se frió el pollo, Mama sacó un plástico grande y coloco la olla encima de la arena y todos nos sentamos en círculo alrededor de ella. Espere un momento y todos comenzaron a meter las manos en la olla formando una bolita de arroz y pollo que lo llevaban a la boca, así que hice lo mismo que todos, y estaba riquisisisisimo!!!. Nadie conversaba, solo sonreían y comían tranquilamente sin apuros, sentados con las piernas cruzadas, en familia y todos juntos.

Luego ayude a lavar la olla,, lleve los huesos al perrito y después colocaron el arroz que sobro en un envase. Después una de las chicas sirvió té natural con hojitas pequeñas, con un aroma delicioso. Todos estaban sentados alrededor de los cojines observando el desierto y me observaban a mí, y se reían entre ellos, tocaban mi ropa, mi cámara, mi lapicero, observaban mi cuaderno, y les llamaba mucho la atención todos mis movimientos. A las 4 de la tarde las chicas me jalaron de la mano para hacer la fogata con los troncos, ramas y leña que habíamos recogido del desierto. Aprendí a hacerlo con ellos, eran unas expertas. El sol sale muy fuerte y muy temprano tipo 5 de la mañana y empieza a oscurecer a las 4.30pm y comienzan unos vientos helados muy fuertes. Luego fuimos a hacer una pequeña caminata y pudimos divisar una gran carpa con camellos, caballos blancos, gallinas, una familia mucho más grande, y nos saludaron.

Al regresar nos sentamos alrededor de la fogata, hacia un frío terrible. Nuevamente tomamos te y las chicas se pusieron a jugar entre si, Mama solo sonreía siempre observando la fogata. Todos tenían una expresión de calma y serenidad increíbles! El momento era mágico, calmo, en paz, las chicas comenzaron a cantar y yo con ellas, se reían. De pronto una de ellas saco una flautita pequeña de madera y comenzó a tocar una melodía suave y alegre, y la acompañamos con palmas, fue muy divertido. Luego me enseñaron palabras en árabe y me hacían repetir, claro, sin mucho sentido porque no conocía el significado de las palabras!.

Después de un momento de esparcimiento nos fuimos a dormir, cuando veo mi reloj eran las 8:30 pm super temprano! me acerque a la carpa-dormitorio donde dormían todas las mujeres en el piso envueltas en frazadas. Yo intente lavarme los dientes y la cara con el agua que tenia, y me acosté junto con ellas. Intente ponerme mi pijama pero dormí semi-vestida. Ellas dormían con sus vestidos y velos. Algunas de ellas especialmente las mujeres mayores tenían unos tatuajes en la frente, símbolos beduinos que indican si eres casada o soltera.

Mi primera noche fue un poco accidentada, dormí por momentos, pues las chicas se movían, los chivos gritaban y hacia mucho frío, a pesar de que tenia mas de cinco frazadas encima, igual sentía frío, que horror! Ya me habían dicho que el frío del desierto es mucho mas intenso. Cuando ya estaba a punto de conciliar el sueño, escucho unos cánticos estridentes, los rezos del Korán!, era Papá que ya empezaba el día a las 4:30 de la mañana! Así que ni modo tuve que levantarme junto con toda la familia.

Entre todos ordenamos las frazadas mientras una de las chicas estaba a punto de quitarme mi reloj y las demás estaban chequeando las cosas de mi mochila. Les regale, algunos polos, artesanía peruana, un reloj, los cigarros que compré, galletas, y otros objetos de “occidente” que les llamaba mucho la atención.

A esa hora empezamos a realizar los quehaceres familiares: barrer los pisos y alfombras, dar de comer a los pollos, lavar la vajilla, arriar a los chivos a su corral, moler café, aprendí a hacer café al estilo beduino, un café de color amarillo mas acido, aprendí a elaborar pan de acuerdo a las indicaciones de mi familia, fui recoger leña, etc. Al día siguiente pude dormir mejor, parece que logre acostumbrarme a la vida en el desierto.

Al tercer día, Papá ordeno levantar todo el campamento, para movernos a otra zona del desierto, así que en los burros cargamos lo más pesado y el resto lo llevaba cada uno en su espalda. Una familia cercana, nos presto un camello y un caballo para trasladarnos, así que recorrimos cerca de dos horas, grandes extensiones de arena sin dirección aparente. El Jefe de familia miraba constantemente el cielo y después de un largo recorrido nos indico un nuevo sitio para acampar debajo de una montaña de rocas rojizas, mi próximo “domicilio”. Muy interesante como se organizan para trasladarse de un lugar a otro, todos cooperan con todos, todos comparten y se apoyan.

Los días transcurrieron sin novedad, siempre con calma, siempre con las mismas actividades diarias, con algunas tormentas de arena, pero bien, siempre a gusto. Esta experiencia fue para mi una de las más inolvidables y maravillosas que he tenido en toda la vida. Ya no quería ir regresar a la civilización! Aprendí muchas cosas en una semana de convivencia, y no solo a preparar té o café o a montar un camello, sino a valorar el silencio que es lo mas preciado que existe y que esta ausente en nuestro mundo, aprendí a valorar y apreciar con mas detalle la luz de la luna, como lo hacen ellos pues se veía muy cerca de nosotros, aprecié la confraternidad que había entre ellos, sus formas de recrearse, tan simples y sencillas con el sonido de una flauta, cantando frente a una fogata todos los días, tomando un te jordano maravilloso, abriendo su corazón y compartiendo lo que tienen. Me permitió comprobar lo atrasados que estamos a pesar de tanta tecnología. Me di cuenta que nosotros los occidentales, citadinos, no vivimos la vida, ni apreciamos la naturaleza, ni las cosas simples, aprendí a valorar la vida, la naturaleza, y a todas las cosas que me rodean. La vida de estas personas no esta contaminada por tonterías como la televisión o los celulares, son seres blancos, limpios de alma, espíritu y corazón, con los cuales no es necesario hablar cuando el corazón y el espíritu se conectan, son comunidades ancestrales, donde aun la cultura está viva.

Pude disfrutar de baños de luna porque la luna en esta parte del mundo se ve muy cerca, pude sentir la música suave de los cánticos de mi familia beduina y el sonido grave de su flautita, pude tener una vida natural, simple y maravillosa sin ruidos, sin ajetreos de la vida moderna, entender que la vida es esto y no estar a la defensiva en la ciudad, o corriendo para llegar al banco antes que cierre. Me permitió entender que aun existen comunidades de Beduinos, Tuareg y otras comunidades en los desiertos del mundo o en los andes que viven sus tradiciones como antaño, que viven a espaldas de lo occidental, del consumismo, de la tecnología, de la modernidad, que son auténticos y que siguen intactos a pesar del paso del tiempo, lugares que es necesario preservar para que perduran lo mas que se pueda en el tiempo.

Mi familia estaba compuesta por verdaderos beduinos, pastores nómadas, que cruzan con sus animales los desiertos y sobreviven a miles de vicisitudes, que me acogieron en su hogar y compartieron conmigo su comida, su día a día, sin importar quien era yo. Les deje todo lo que pude, desde mi espíritu y mi respeto hasta un poco de ropa – aunque no se si induje a que cambiaran sus trajes típicos- hasta víveres, jugué con ellos y los ayude. Fue el intercambio cultural maravilloso y aunque la despedida fue triste porque todos lloramos, volvería a hacerlo una vez más. Hasta otro viaje!

4 comentarios:

PATRICIA dijo...

QUE HERMOSA EXPERIENCIA,ES MI SUEÑO PODOER LLEGAR ALGUN DIA A CONOCER A LOS BEDUINOS Y ME GUSTARIA MUCHO PONERME EN CONTACTO CO ESTA MUJER POR ESO ACA DEJO MI MAIL PL.BRAIDA@GMAIL.COM POR FAVOR ESPERO UNA RESPUESTA

PATRICIA dijo...

QUIERO MANTENER UN CONTACTO CON ALGUNA PERSONA Q HAYA TENIDO UNA EXPERIENCIA COMO ESTA DE CONVIVIR CON ESTA MARAVILLOSA GENTE QUE SON LOS BEDUINOS

Jorge Ramiro dijo...

Hola, soy empleado hotelero y por mi trabajo viajo mucho. El año pasado tuve la posibilidad de llegar a Egipto. Trabajo para una empresa que tiene hoteles en Playa del Carmen y ahora en Egipto. Me fascinó la experiencia de los beduinos y al final del día decidí quedarme unos días con ellos para ver sus costumbres. Imperdible. Debes tener cuidado si eres mujer. Si eres hombre, no hay problemas, seguramente.

Erranteviajero dijo...

Hola, gracias por leer mi blog y que bueno que les guste este tipo de experiencias. Patricia puedes escribirme a mi correo de erranteviajero@hotmail.com
GRACIASSSS. Un abrazo grande desde PERU.Errante