miércoles, 7 de octubre de 2009

¿Músicos polacos vs los fiordos noruegos?

Tenía una invitación para visitar Noruega de parte de un amigo muy especial para mí, no solo porque nos conocimos en Nueva Delhi, sino porque después de trotar por el mundo cada uno por su lado, nos volvimos en encontrar nada menos que en mi país, ¿Destino?, ¿Coincidencia? ¿amistad verdadera? ¿interés? Mmmm no lo se, pero después de meditar unos días acepte la invitación a su país. Mi amigo Sam, como lo llamare para esta anécdota de viaje, me envío el boleto de avión y 200 coronas o krone, un billete que me llamo mucho la atención porque era muy pequeño y el papel era tipo sticker, parecía de un juego de monopolio – sin restarle importancia- muy colorido y brillante, no se veía como un billete de verdad sino un billete de fantasía!, ¡que loco!.

En ese momento estaba trabajando para el gobierno, en la Gerencia de Turismo Interno, y me correspondían mis vacaciones del año. Eran quince días que aún no había tomado, así que después de pensarlo unos días –volar mas 15 horas, es algo tedioso y en verano-, decidí viajar a los países bajos, a pesar de que debía ser un poco complicado, teniendo en cuenta que en esta parte del mundo, en verano hay sol todo el día, o sea que a medianoche se puede ver aun el sol como un atardecer luminoso y mágico. Es bueno recordar que Noruega tiene uno de los climas mas radicales especialmente en invierno donde son casi 7 meses de oscuridad total todo el día , o sea todo el día es noche, salvo algunas veces que aclara.

Antes del viaje, leí un poco sobre Noruega: historia, costumbres, platos típicos, y sus atractivos turísticos, y todo indicaba que los fiordos y los alces eran los principales atractivos. ¿Me alcanzarían 15 días para recorrer lo principal? No lo sabía, pero ahí iba otra vez, a explorar nuevas tierras. Además quería ir a Estocolmo y Helsinki y si podía, tomar un tren a Moscú, lo haría de todas maneras, haber si me alcanzaba la plata y el tiempo. Aliste mi pasaporte, fui a tramitar mi visa, aliste mi mochila y enrumbé al aeropuerto. Mi vuelo seria en KLM, vía Ámsterdam, una maravilla de línea aérea, no solo por la buenísima atención sino por la maravilla de avión.

Como siempre el aeropuerto lleno de personas que van y vienen. Una vez en el avión siempre me sorprende ver la cantidad de gente que viaja. Subían y subían personas, cada uno con sus maletas, paquetes, bolsas, casacas, etc. En ese momento vinieron a mi mente varias preguntas: ¿y como sería el control migratorio de Oslo? ¿Los policías noruegos serian estrictos? ¿Harían un control regular normal, sin excesos?, pues ya no se sabe, he pasado por tantas fronteras y controles que ya no se que pasara esta ves, así que me relaje. Debía bajar en Ámsterdam y cambiar de avión para volar a Oslo, tiempo de vuelo aproximado 2 horas, que tal maratón! ¡ pero valía la pena!.

Al llegar a Ámsterdam busque la sala de donde partía mi avión a Oslo. Habían árabes y africanos en la sala y algunos chinos, mmm ¿irían a Oslo?. Bueno, en Europa es común ver esta mixtura de razas y culturas. Me subí al avión y volamos cerca de dos horas.

El cielo se veía muy despejado, luminoso, con algunos colores naranjas y eran casi las siete de la noche. Todos los pasajeros bajaron en Oslo. Del avión directamente salimos a la sala donde están las fajas de las maletas. Así que recogí mi mochila y salí a la ciudad libremente, no había policía migratoria, ni estas casetas de control, ni nada!, nadie me pidió pasaporte, ni nada, solo tome mi maleta y salí a la calle. Me sorprendí mucho porque era la primera vez en tantos viajes que no me chequearon el ingreso, y tampoco vi seguridad por ningún lado. ¿Será que el avión provenía de Ámsterdam y entonces ya no era necesario controlar mi ingreso? No lo se, pero me sentía aliviada de no tener que pasar tantos controles y dar explicaciones, y sobretodo pasar mi mochila por esas maquinas de rayos x, me libere sin querer.

Ya en la sala, habían muchas personas esperando a sus familiares y amigos, habían también personas que ofrecían servicio de todo: taxi, agencias de viaje, hoteles, información, etc. Yo trataba de divisar a mi amigo Sam y de pronto lo veo que me saluda con los brazos en alto. Nos saludamos y después de las preguntas de rigor: ¡que tal el viaje!, como están todos en casa, etc. Sam se convirtió en mi guía turístico y anfitrión a partir de este momento. Nos subimos a un bus del aeropuerto que nos llevaría al centro de la ciudad, pues son más económicos que los taxis.

El paisaje era muy hermoso, colinas extensas verdes, verdes, alfombras de flores amarillas, casitas en la colina de piedra y madera, algunas con formas muy caprichosas, atractivas y elegantes como las casitas triangulares. Todo se veía muy ordenado, nada tugurizado, bueno es que un país de 4 millones de habitantes nada más y con un alto nivel económico.
La industria naviera y de pescado, son los sectores económicos más importante de este país, son los principales fabricantes de embarcaciones de todo tipo, especialmente de cruceros.

Llegamos al centro de la ciudad y de allí caminamos unas cuadras y llegamos a la casa de Sam. El vive con su madre y hermana en un conjunto habitacional típico de Oslo, casitas de madera muy coloridas. Cuando vi este conjunto habitacional, me pareció que estaba entre esas casas que son jaladas por un remolque, casas-carro, pequeñas pero acogedoras. Su casa estaba frente a un bosque, los cuales abundan aquí. Al llegar, nos recibió su Mamá una señora de estatura baja, muy sonriente, con la cual nos intentamos comunicar por señas porque solo hablaba unas cuantas palabras en inglés, así que Sam se convirtió en mi traductor del idioma noruego al inglés. Como siempre yo era una novedad para todos, era la invitada de honor, y todos muy sorprendidos conmigo, especialmente por mi piel, pues yo era la morena y super morena! Y eso llama la atención. Me invitaron a pasar a la casa, una cocina pequeña con todo lo necesario, detrás de ella el comedor de la cocina, todo el ambiente muy colorido, con manteles de colores y tapetes bordados en fina filigrana, inclusive las pequeñas ventanas tenían unas pequeñas cortinas bordadas, luego me enteraría que este es un trabajo de los artesanos de Oslo.

Luego de la reunión familiar, me instale cómodamente en una habitación muy acogedora que me asignaron en casa. Y allí descanse un poco. Al día siguiente Sam me comento que iríamos a un paseo de fin de semana por los fiordos en uno de los cruceros turísticos que recorren las costas de esta parte del mundo y al final recorreríamos la ciudad de Oslo y sus alrededores. Me pareció buena idea, sentí emoción de pensar solo en aquellas embarcaciones inmensas con todas las comodidades, navegando entre los fiordos, los golfos estrechos y profundos entre las montanas y los glaciares. Las costas de Noruega están formadas por islotes y peñascos y es un mar muy rico en petróleo, y especies marinas y todo lo relacionado al mar como las algas que son muy cotizadas.

Mi primera noche en Oslo fue terrible, pues mas que la adaptación al cambio de horario, me afecto mucho el clima, pues eran las 11 de la noche y aun estaba muy claro y había sol, a la medianoche recién parecía como el atardecer. Pensé que oscurecería, pero nada!!, por mas que me cubría con frazadas oscuras nada de nada!!. Creo que dormí como tres horas nada mas!! Me sentía super agotada.

Al día siguiente partimos a las 10 de mañana hacia el muelle No, 50 en Oslo, sitio donde debíamos esperar el crucero para embarcarnos. Sam y yo esperamos en su auto la llegada del crucero, pero nada, al final él admitió que habíamos llegado un poco temprano, porque no habían otros pasajeros mas que nosotros!. Casi no había tomada desayuno, y Sam no toma desayuno, pero yo moría de hambre. Cerca de allí había un café, como a 5 cuadras y le dije a Sam que iría tomar un café y a comer algo.

Cuando llegue al café, estaba vacío, pero era un sitio muy acogedor y frente al mar. Un chico alto un poco moreno, se me acerco y me hablo en ingles. Definitivamente este chico no era de aquí, me dije. Le pedí un café con leche un sándwich de queso y desde mi ventana veía el auto de Sam. Mientras esperaba mi orden llegaron tres chicos mas, también morenos y de cabello negro, con rasgos latinos. Uno tenia un violín, el otro un contrabajo, y su compañero una guitarra. Se sentaron y empezaron a tocar muy cerca de mi, música clásica. El camarero me sirvió el desayuno y luego se unió al grupo con su acordeón y formaron una orquesta de primera.

El camarero me pregunto de donde era y le dije que era de Perú, y sin casi sin pensarlo pregunte: ¿Y ustedes? , y ellos respondieron: “Somos polacos, estudiantes de música del Conservatorio de Música de Varsovia”. ¡Que maravilla!, les dije. La pequeña orquesta tocaba maravillosamente, música clásica, música típica polaca con ritmos muy contagiosos, etc. Fue un desayuno musical, y me integraron al grupo. Me dedicaban todas las canciones y me explicaban de qué se trataba cada una de ellas. Me comentaron que estaban ensayando para hacer una presentación en la plaza principal de Oslo. Me contaron que era muy duro vivir en Noruega, primero porque todo es muy caro y no hay muchas oportunidades para los extranjeros. Ellos estaban de ilegales en Noruega, y llegaron en un buque carguero y se quedaron a probar suerte. Sin embargo esta situación, se palpaba una pasión por la música y se notaba que eran músicos por vocación.

Algunos de ellos ya estaban pensando regresar a su país, ahorrar para viajar. Yo también les conté algo de mi vida. Entre conversación y conversación, más música y más música. Sentí al grupo muy cercano y familiar, muy latino, sentía como si habláramos el mismo idioma, había mucha química y sobretodo sentía como si solo nos hubiéramos reencontrado!!!.


Después de casi media hora de tertulia y música, me acorde de ¡Sam!, ¡el buque!, ¡el paseo por los fiordos…!! ¡Dios mío!!!, ¡perdí la noción del tiempo!, ¡me olvide de todo! Vi por la ventana y ya no estaba el auto de Sam!!! ¿¡Y ahora que hago!?. Me despedí de mis amigos polacos y salí disparada, igual que esos hombres bala que salen de un cañón!!!, igualito. Corrí lo mas rápido que pude y divise el buque que recién estaba encallando, o sea que no vi su recorrido y como se había ido acercando al muelle, no vi como se estaciono, nada de nada!!! Había una cola de turistas y yo no encontraba a Sam. De pronto divise su auto estacionado junto con otros, cerca a la popa, donde estaba el estacionamiento interno del buque. Me acerque y Sam me miro con una cara de pocos amigos, salio del auto y me dijo en tono fuerte: “!la hora es la hora, porque te has demorado tanto, ya te daba por perdida!!”, estaba muy molesto y no era para menos.

Trate de disculparme y le conté mi anécdota, y se calmo un poco. Subí al auto y luego al barco. Una tremenda compuerta se abrió y todos los autos ingresaron previa presentación de un ticket. El estacionamiento estaba conectado con el interior del barco así que subimos unas escaleras y ya estábamos en las instalaciones del barco. Todo alfombrado, habitaciones de primera, salas de casino, piscina, salas de cine, salas de descanso, salas de lectura, restaurantes, cafeterías. En la cubierta se podía observar la inmensidad del mar calmo, y como esta tremenda embarcación se movía entre las islas, islotes, peñascos casi rozándolos, excelentes navegantes.

Aunque nunca pude olvidar mi encuentro con aquellos polacos, pues me sentí muy a gusto, mejor que con los noruegos porque son más fríos, salvo la hospitalidad de Sam y su familia, mi viaje por los fiordos fue increíble aunque el matiz principal fue esta anécdota con una pequeña orquesta sinfónica de Polonia.

Pude conocer un pedazo de Polonia en el corazón de Noruega y Noruega en el corazón de los fiordos!!, Hasta otro viaje!.