jueves, 18 de septiembre de 2014

En los alrededores del Ministerio de turismo Egipcio

Ya tenía más de un mes en Egipto y me sentía como en mi casa, sabia por donde moverme, los barrios buenos y no tan buenos, ya sabía cómo moverme en bus, avión y tren dentro del país, y además era increíble comprobar que el transporte público local de la gente común, era idéntico al nuestro: paraderos sencillos e informales, combis, cobradores gritando los nombres de las calles y avenidas, y micros tan antiguos que parecían latas de gaseosa aplastada! ya estaba muy adaptada al país y a su gente buena. Pero ya estaba planificando mi siguiente viaje y este seria a Jordania, así que empecé a realizar mis averiguaciones. No quería irme sin visitar el Ministerio de Turismo egipcio, para intercambiar información, conversar un poco sobre el desarrollo de productos y enterarme como manejan el tema arqueológico, porque así como nosotros, basta remover la tierra en cualquier sitio de este territorio para encontrar palacios, figuras, templos, y miles de tesoros maravillosos.


Así que primero me fui al Ministerio. Averigüe la dirección y la zona, pregunte que bus me podía llevar.  La zona se llamada Abbasain como a 20 minutos de Tahrir Square, la zona donde se encontraba mi hotel. El bus me dejo muy lejos así que camine como 30 minutos. Preguntando a la gente en la calle, llegue al ministerio. Algunos egipcios hablan inglés y otros no, pero intentan ayudarte mucho, son muy serviciales, son capaces de acompañarte hasta tu destino con gran amabilidad.

Me quede muy sorprendida al ver un enorme edificio de construcción antigua, como de 10 pisos muy parecido a nuestro Ministerio de Trabajo en la Avenida Salaverry! Era igualito, por un momento me teletransporté! Muchas ventanas, colas, ventanillas de atención, un enorme patio de ingreso, un counter de registro de visitantes, en fin, el mismo sistema! Uno piensa a veces  que la organización de las cosas, de los servicios, y los bancos etc será muy diferente de un país a otro, especialmente si se trata de un país árabe, pero no es así, hay muchas cosas que son universales y te hace sentir como si estuvieras en tu tierra y en ello también incluyo el comportamiento y los sentires de los ciudadanos.

Después de observar todo a mí alrededor, entré al ministerio. Me dirigí a la mesa de atención y me presente como una  profesional de turismo del Perú y que trabajaba en la Oficina de Promoción Turística. Les dije que me interesaba intercambiar información sobre el desarrollo del turismo en Egipto y Perú, hacer contacto, recabar información. Inmediatamente me conectaron con la Oficina de Promoción del Turismo y me guiaron hasta el tercer piso. Cuando llegue al piso, me quede asombrada del parecido con nuestros ministerios, miles de escritorios alineados uno al lado de otro, cientos de trabajadores con sus archivadores,  papeles apilados haciendo torres.

Llegue a la oficina de promoción y me atendió un técnico quien muy amablemente me entregó información y me explico cómo realizaban la promoción en Egipto. Para mi este país no necesita promoción porque tiene una cultura viva tan fuerte que su historia vende por si sola. Las calles te transportan inmediatamente a la época de faraones, carruajes y palacios, casi todo está intacto. La conversación con este funcionario egipcio fue  maravillosa para mí, aprendí otro estilo de trabajo y otra forma de ver la promoción de destinos.

Luego de mi visita en el Ministerio, salí a buscar mi pasaje a Amman (Jordania). Por la zona habían algunas agencias de viaje y consulte  pero el precio no me convencía. Así que empecé a caminar, buscando más agencias de viaje y no encontraba más. Me detuve en un paradero de buses para tomar un micro de regreso al hotel, pero no sabía qué línea debía tomar. En ese momento, sale un señor de un edificio cercano y me sonríe como queriéndome ayudar, paso siguiente, le pregunto si hablaba inglés, y me dijo que sí. Entonces le pregunte dónde podría comprar un pasaje a Jordania.

Menos mal que hablaba inglés, y me dijo podía comprar unos boletos en la terminal de buses que estaba cerca a su casa y que me acompañaría hasta ahí.  Se le veía buena gente así que acepte su ayuda. Me llevo a un paradero de combis, sí! como en Lima idéntico y la tomamos. El señor me pago el pasaje y le ayude a llevar una de las bolsas que cargaba y otra más pequeña, según él era su sueldo. Cuando llegamos a la zona el lugar me parecía familiar y me ubique rápidamente, así que le agradecí y me despedí, pero el señor me retuvo y me dijo:  “un momento acompáñame a mi casa”, y acepté, así que entramos a una calle, que se parecía al centro de Lima, muchos tugurios y edificios antiguos y viejos, como pasajes y llegamos a un edificio. En el primer piso,  toco el timbre y salió su esposa por la ventana del piso cinco quien le lanzo una canasta amarrada a una soga. Allí mi nuevo amigo le puso el paquete que contenía su sueldo y le dijo: ya regresamos!. Me acompaño a comprar mi pasaje y luego me invito a su casa.  

Al llegar a su casa, su esposa me saludó efusivamente. No entendía tanta amabilidad! Una maravilla! Era un mini departamento, una sala pequeña con su televisor antiguo,  una cocinita y dos dormitorios, unas alfombras muy lindas y flores por todos lados. Mi amigo se presentó: “Me llamo Nagib”, me dijo  y me mostró desde la ventana  una iglesia que estaba cerca de la terminal para decirme que ellos eran egipcios católicos ortodoxos.

Hablamos de todo, su casa muy bonita. Tenía una sala con sillones muy cómodos, un comedor muy acogedor, todo pequeño.  Luego me presento a su esposa, muy simpática, blanca, alta  y de cabello muy castaño, tenía 31 años,  su nombre  Annam.  Ellos se mostraban fascinados conmigo, era como si hubieran descubierto un mundo nuevo, se esforzaban mucho por atenderme,  y trataban en todo momento de que me sintiera bien.  

Nagib, saco fotos de sus viajes, vimos muchas fotos, especialmente de Alejandría, de India. Annam, me sirvió el té  y también participaba en la reunión. Luego me presentaron a su bebe de un año, muy juguetona. Annam entiende ingles pero no lo habla y su esposo le traducía todo a ella en árabe. A veces  ella me contestaba.  Se les veía muy contentos de conocerme. Luego de ver muchas fotos hablamos de Perú y de los musulmanes que no son de mente abierta. “No open mind’  decía Nagib.

Luego Annam me pregunto sí no sentía miedo de viajar sola, y llegar desde tan lejos. Nagib me dijo que en Egipto, las mujeres musulmanas no viajan solas, solo con su esposo, hermano o  con un hombre, que es  mal visto  que  una mujer musulmana, viaje sola.  Nagib y Annam no son mulsulmanes y no aceptan esas costumbres, están en desacuerdo. Por ejemplo una mujer musulmana no puede hablar con cualquier hombre  en la calle y preguntarle algo, ni con mujeres y menos caminar con un hombre desconocido y entrar a la casa de un desconocido, como yo lo he hecho, porque la  gente  la criticaría, la marginaría y la verían como a una cualquiera, como a una prostituta. Luego hablamos de la edad. Me dijo que en Egipto  si una chica tiene  30 años y no se ha casado es terrible, no puede ser, es mal visto. Pareciera que ellos no concuerdan con estas ideas  y  detestan  esas costumbres.

Hablamos de mis viajes, de Perú, de las costumbres. Les comenté que la población en mi país es mayoritariamente femenina a comparación de Egipto que es al revés. Ya habíamos hablado como 4 horas y eran como las 3.30 pm  y seguíamos hablando. Luego me preguntaron que quería comer y les dije que no y ellos insistieron. Annam me pregunto si yo comía carne, jamón,  berenjena,  en fin. Me  llevaron a una sala donde estaba la tv muy  bonita  y jugué un rato con la bebe. Les regale unos los cholitos que llevaba conmigo de souvenir. Nagib me puso un video con paisajes de naturaleza y mensajes de paz en árabe y él  me traducía. Mientras  Annam  cocinaba, preparaba la ensalada,  Nagib la ayudaba, y yo  veía  a la bebe. Luego colocaron  pan en un  plato  con tomate  y pepino,  un plato con berenjenas picantes, un plato con salchicha,  jamón y agua. Yo pedí cubiertos pero Nagib me dijo: “con la  mano se come mejor”,  así que adelante!.

Ellos comenzaron a mezclar todo y lo ponían en el pan. Luego  tome té y me  dijeron que esta era mi casa si quería venir otro día. Mi visita termino a las 5:30 pm. Ellos se despidieron  con mucha pena de mí y yo de ellos. Al salir me desubique un poco, así que pregunte en el calle hacia donde estaba el centro de la ciudad, no podía llegar tarde a mi hotel porque iría con otros turistas al  espectáculo de las Pirámides en la noche.

Realmente fueron muy cariñosos  conmigo,  les pedí apoyo para  dejar mi maleta grande antes de viajar a Jordania y me dijeron  que no  había problema. Esta familia me hizo sentir como en mi casa, como si fueran mis familiares cercanos. Es increíble la confianza y la hospitalidad que me demostró Nagib, en la calle, y como en tan solo unos minutos  me invitaba a su hogar sin conocerme mucho y compartía conmigo su vida familiar. Para mí fue una experiencia maravillosa, única,  estuve viviendo un día con una familia egipcia católica, sencilla, amable, simple, alegre y cariñosa, la cual me demostró que no somos tan diferentes peruanos y egipcios, que tenemos los mismos estilos de vida, y que se pueden estrechar lazos de amistad maravillosos así estemos a miles de kilómetros de distancia y hablemos diferentes idiomas.

Después de casi 16 meses viajando por el mundo, cuando llegue a Lima encontré un paquete con una carta de Nagib y Annam, en papel color papiro con un dibujo de las pirámides y con una foto de ellos donde me saludaban y me enviaban las tres pirámides Keops, Kefren y Micerinos las que tanto admiro y que están en mi habitación y me llenan de energía positiva! Hasta otro viaje.

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