martes, 1 de diciembre de 2009


Desesperación y alboroto en el aeropuerto de Bogotá
Los aeropuertos son lugares donde pueden ocurrir miles de situaciones y contratiempos, son espacios donde siempre hay mucha gente, corriendo de un lado para el otro, comprando, descansando, durmiendo, tomando fotos, despidiéndose, saludando, etc, pero sobretodo esperando, siempre esperando. A veces he sentido mientras viajaba que me la he pasado viviendo más en los aeropuertos que en el lugar mismo de visita, sin embargo algo que siempre me asombrara es la cantidad de gente que no para de moverse. El aeropuerto internacional El Dorado de Bogotá es uno de los terminales aéreos mas concurridos de esta parte de Latinoamérica, pues muchas líneas aéreas hacen escala en esta ciudad para interconectar con otras capitales latinoamericanas y europeas. Este aeropuerto maneja vuelos nacionales e internacionales y tiene la segunda pista de aterrizaje más grande del mundo y tiene dos terminales de pasajeros. En el primer piso, se pueden encontrar numerosas cafeterías, restaurantes, tiendas de artesanías y por supuesto el famoso café colombiano, el cual se sirve gratis en algunas zonas del aeropuerto.

En esta ocasión yo volaba a Bruselas para asistir al Congreso Internacional de Turismo Social como representante de mi país y donde disertaría sobre el turismo para jóvenes en el Perú, así que me quedaba todavía un largo viaje. Mi vuelo Lima-Bogotá-Amsterdam-Bruselas seria toda una experiencia, así que me prepare bien desde Lima. Tenía mi exposición preparada y todo lo necesario para conocer la ciudad de las Bruges (Brujas) uno de los sitios más conocidos y turísticos de Bélgica, ah! y todo el abrigo posible pues llegaría en pleno invierno. En Europa esta muy desarrollado el tema de turismo social, y existe un Bureau Internacional de Turismo Social con sede en Francia que esta adscrito a la Organización Mundial de Turismo Social que es un organismo de la Organización Mundial de Turismo. Existen muchos proyectos a nivel mundial para facilitar el acceso a los viajes por parte de personas de todos los estratos sociales, y a todos los niveles: niños, familias, jóvenes, adultos mayores, personas con escasos recursos, personas con discapacidad, entre otras. En Latinoamérica, México es uno de los países que mas ha desarrollado este tema, especialmente para acercar las actividades turísticas a las personas con discapacidad.

Estaba muy entusiasmada con este encuentro porque mi interés era impulsar desde el Estado este tipo de turismo y ya había asistido a varios congresos como representante del Perú con el fin de crear una plataforma Latinoamericana de desarrollo de actividades, con sede en Lima o Buenos Aires, pues ambos países ya habíamos planteado propuestas al Comité Internacional de Turismo Social para que se cree una sede de la organización mundial en cualquiera de estas capitales. La idea de proponer una nueva sede de la organización era la de facilitar las coordinaciones y los proyectos, pues la sede para Latinoamérica esta actualmente en México D.F. Esta reunión era clave, porque se tomarían decisiones con respecto a este tema y no solamente eso sino que tendría reuniones pactadas previamente con la delegación oficial Argentina. Así que el panorama era muy alentador.

Me embarque de Lima hacia Bogotá en Avianca, cuatro horas de vuelo aproximadamente, un vuelo tranquilo y sin contratiempos. Esta era la tercera vez que estaba en este aeropuerto, la primera vez estuve de viaje de vacaciones conociendo Bogotá, la segunda estuve por temas de trabajo en una rueda de negocios con empresarios turísticos peruanos y colombianos y esta era mi tercera vez. En todas estas oportunidades siempre me ha parecido un aeropuerto muy convulsionado, por ratos desordenado, muy movido en todo sentido, así que al bajar ya sabía que debía prepararme para la avalancha de gente y maletas.

En este aeropuerto debía esperar más o menos tres horas, para hacer mi conexión y eran como las 3 de la tarde. Como había salido muy temprano de mi casa en Lima, tenía un poco de sed y hambre. Llevaba conmigo una pequeña mochila de la cual nunca me despego y donde tenía lo básico: un sobre de tela con pasajes y pasaporte, alguna información sobre Bélgica, agenda con números y personas de contacto y nada más. Sobre la plata pues siempre cargo una tarjeta de debito la cual siempre va conmigo, prácticamente adherida a mí, y siempre llevo un poco de plata en efectivo, 10 dólares o 20 como máximo, casi no llevo dinero en efectivo cuando viajo. Entonces así estaba la situación. Cuando ya estaba en suelo colombiano, efectivamente sentí la avalancha de gente y maletas por todos lados, así que intente primero buscar una sala de espera mas o menos vacía y me senté un momento. Nos indicaron salir de la sala de desembarque, así que me dirigí a las salas exteriores del terminal donde podía ver un poco de la ciudad de Bogotá.

Durante mi caminata por el aeropuerto, pude ver una capilla pequeña, muy bonita con la Virgen Maria iluminada, observe tiendas de ropa, perfumería, librerías, policías por todos lados que caminaban de a dos muy bien uniformados, restaurantes especialmente de comida rápida, bancos, y oficinas, todo esto en segundo piso del aeropuerto. Después de un recorrido me senté un momento en los sillones y me provoco acostarme un poco, pues estaba cerca de un gran ventanal donde se veía la llegada de los aviones y caía el sol, así que el ambiente estaba caliente y el panorama entretenido, pues particularmente a mi, me encantan los despegues y aterrizajes de los aviones. Creo que dormí un poco, aunque solo fue un pequeño descanso. Después de unos 20 minutos me levante y fui al cajero para sacar plata porque a pesar que tenia algo de dinero no me alcanzaba para comer.

En la zona de bancos, había cuatro cajeros de distintos bancos, todos con acceso a VISA, así que todo en orden. Coloque la tarjeta y obtuve la plata. En ese momento se me ocurrió consultar mi tarjeta de embarque para ver la hora en que debía entrar a sala para mi próximo vuelo, así que busque mi sobre en la mochila y cheque mi boleto.

Fui a comer, y regrese a la sala de espera. Aun me quedaban dos horas de espera. Después de un momento abro nuevamente mi mochila para ver mi agenda y no siento mi sobre con mi pasaporte y mis boletos!!!!Queeeeeeeee!!!!, ¡¿donde esta mi….mi?!!!!!!,,,calma, calma, me dije, revise varias veces y nada, mi mochila estaba vacía!!! Me asuste horrible y mi corazón comenzó a acelerarse pero intentaba mantener la calma. Comencé a buscar cerca de mi asiento, porque pensé que había dejado mi mochila abierta y se me había caído el sobre mientras dormía. Luego, revise bien entre los asientos pero no había nada, pregunte a unos señores que estaban a mi lado si habían visto algo, pero nada, revise todas las filas de asientos y nada. Veía a la policía, que vigilaba, pero todavía no quería alertarlos. En mi mente pasaban miles de pensamientos: ¡¿y ahora que hago varada en Bogota y sin papeles?! ¡¿Que pasara con el Congreso?!!! ¿Y mi exposición?, ¿deberé comprar otro pasaje???, todo un caos mental.

Regrese a la zona de cajeros automáticos y revise cada uno de ellos, pero no había nada. Revise inclusive los basureros y nada!!!, cada minuto que pasaba era peor porque se acercaba la hora del embarque. Después de esta revisión me acerque a dos policías que estaban cerca y les pedí ayuda. Me dijeron que debía hacer una denuncia en la delegación policial, pero yo les dije que no tenía mucho tiempo porque mi vuelo a Bruselas salía en una hora y media, pero igual me llevaron a la delegación y me ofrecieron su ayuda para buscar por todo el aeropuerto mis documentos. Así que puse la denuncia y dieron la orden a toda la policía del aeropuerto para realizar una revisión de cada basurero, en las tiendas, en los pasillos, en los restaurantes, y yo cerca de ellos...increíble!!!, hubo un momento en que ya no podía de la angustia, y entre a la capilla a respirar e intentar calmarme y a pedir a la virgen que aparecieran mis papeles!. En este trajín un policía se me acerco y me dijo: “Señorita hemos buscado por todos lados pero no aparecen sus documentos, por favor acompañemos al primer piso que es el único lugar que queda revisar y sino tendrá que comunicarse con su embajada”. Me sentí peor después de eso. Yo ya estaba resignada e inclusive estaba preguntando sobre un pasaje de regreso a Lima, era imposible moverse sin pasaporte por ningún lado.

Como ultimo intento, fuimos al primer piso, y me acompañaron dos policías. Mientras bajábamos las escaleras eléctricas, me decían que solo podrían cooperar conmigo unos minutos mas porque estaban descuidando sus puestos de vigilancia y en ese instante les dije que era necesario mas seguridad, porque aunque fue descuido mío, una distracción de mi parte, no es posible que se desaparezcan las cosas y sobretodo que esta persona no haya entregado los documentos a la policía. En medio del nerviosismo máximo y la hora que avanzaba para el embarque, los oficiales me decían: “seguro que esta persona ya salió del aeropuerto” y yo les dije: “pero si no había nada de dinero en el sobre, solo documentos, así que no les serviría, y lo votarían por algún lado, ¿no?”, intentando darme ánimos. Salimos del aeropuerto para revisar cerca de los estacionamientos y en los basureros de la puerta principal pero no había nada. Yo estaba agotada, asustada, muy nerviosa, cansada de subir y bajar, entrar y salir, ya me sentía mareada de tanto buscar, tenia un dolor de cuerpo horrible, y nada de nada…

Y en ese instante, cuando ya estábamos regresando a la oficina de policía, muy cerca de la puerta principal, veo a lo lejos a una señora, trabajadora del aeropuerto con su uniforme de limpieza, que se acerca a unos policías y entrega un sobre parecido al mío…entonces corrí, los intercepte y llegue cuando estaban revisando unos papeles, y entonces veo mi pasaporte rojo REPUBLICA DEL PERU…mi corazón saltaba de emoción, de nervios, de alegría, de alivio, de todo, vi la hora y aun me quedaba media hora para ir volando a la sala de embarque.

Me acerque a aquella señora y a los policías y les dije: ¡“Esos son mis documentos”!. La señora dijo: “los encontré en el basurero en uno de los baños, vacié los papeles y vi un pasaporte”. Yo solo abrace a la señora y casi la cargue de la emoción, y le di unos dólares en agradecimiento. La policía me rodeaba. La señora se puso muy feliz y también se alegro por mí. Revise mis boletos y mi pasaporte, y todo estaba tal y como lo deje. De hecho han pensado que habría dinero y como no les servia lo desecharon. Ladrones señores hay aquí, allá, mas allá y en todas partes del mundo.

Cuando tuve a todos lo policías juntos no tuve mas que palabras de agradecimiento infinito por su ayuda y especialmente por su acompañamiento, pues uno esta solo en estos casos, fuera de su casa, de su país y no tiene gente conocida a quien recurrir.

Faltaban 10 minutos para el embarque y aun estaba casi en las calles de Bogota, así que uno de los policías me acompañó para pasar rápido los controles y llamaba por radio a la sala de embarque. Me sentía parte de una película de acción, corriendo de un lado para el otro, resguardada, mi adrenalina estaba a mil, primero por la búsqueda de mis papeles y ahora por alcanzar mi vuelo, ya iban mas de dos horas en esta tensión. Llegamos a las maquinas de rayos X y detuvieron a la gente para que yo pasara, luego seguía otro control y listo ya estaba en la puerta de embarque, yo era la única que faltaba.

Muchas veces andamos distraídos, y en segundos nos vamos mentalmente a otro lado, y no estamos en lo que estamos haciendo, hasta ahora no recuerdo bien donde deje el sobre con mis papeles, ¿fue acaso encima del cajero automático?, ¿para que?, ¿en qué momento? ¿ Porque?, posiblemente me distraje guardando la plata y el ticket y olvide mi sobre.
Ahora, ¿Porque saque mi sobre justo en ese momento?, ayayayyyy así pasan las cosas, hay que intentar no hacer dos cosas a la vez y estar muy atentos mientras se viaja, un consejo hasta de un conejo, pues aunque el problema no era el dinero uno nunca esta a salvo completamente. Muy al margen de esta estresante, nerviosa, desesperante y agitada experiencia la cual ya no se ha vuelto a repetir en mis viajes, debo decir que aun existe solidaridad en el mundo y que la gente te da una mano en caso de una emergencia. Gracias a la policía colombiana y a los trabajadores del aeropuerto de Bogotá que estaban cerca para ayudar. Hasta otro viaje!

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